martes, 27 de mayo de 2014

RESEÑA de LIBRO Las Muertas de Jorge Ibargüengoitia



 Las Muertas de Jorge Ibargüengoitia
  Por Oracio Barradas Meza  

Imagen de Internet
Es un libro físicamente delgado de una edición especial de Gandhi librerías, con un total de 156 páginas catalogado en la sección de ficción de autores mexicanos. La portada con el nombre del autor y título de la obra, en la parte inferior una fotografía de una fila de libros de obras y autores importantes. La contraportada en negro con la sinopsis  de la obra y el logotipo de editorial Planeta.
Jorge Ibargüengoitia nos relata de forma detallada y minuciosa la historia de crimen, corrupción, venganza y complicidad de las hermanas Baladro, en un pueblo donde la justicia está ausente y las condiciones de pobreza e ignorancia hacen que la trama de esta historia cobre relevancia para la posteridad, mezclando la ficción y los hechos reales para dar vida a esta obra, “Las muertas”.
Basada en la historia de las Poquianchis, Jorge divide en 18 capítulos y va hilando la historia, contado de manera que podamos ubicar los personajes relevantes de la trama y poco a poco interesarnos en la lectura.
La novela comienza con la venganza de Serafina a Simón Corona, junto con dos cómplices balacean y queman la panadería de Simón. Estos personajes se verán marcados en esta historia por su mala relación de separaciones y encuentros que llevaran a Simón a convertirse en cómplice del primer crimen de las hermanas Baladro. Arcángela es la hermana mayor de las Baladro ella se dedicaba a los préstamos de dinero y así logró adjudicarse una cantina, negocio que le hará rebasar los límites de la justicia, por su ambición y avaricia para obtener más dinero.

Cuando interrogan a Simón Corona sobre el incendio de su panadería culpa a Serafina como autora intelectual del atentado, en esa declaración narra también que él había sido cómplice de las hermanas Baladro al dejar en la barranca a una muchacha que había muerto en el negocio de Arcángela en condiciones extrañas.
Arcángela es quién inicia con el negocio de las cantinas prosperando con un siguiente tugurio llamado “México Lindo”, ella tenía un hijo, Humberto Paredes quién se metió en problemas  y para que no fuera a la cárcel Arcángela compra su libertad al capitán Bedoya con 5 mil pesos, Serafina y el capitán Bedoya se conocen y comienzan una relación. El capitán Bedoya tomara relevancia en la protección de los negocios de las Baladro.
La trama continua entre relatos de algunas de las empleadas cómo la “Calavera” quién fue empleada de confianza de las hermanas Balandro. En las cantinas el negocio eran las muchachas que prostituían y atendían a los clientes, la adquisición de las muchachas era bajo engaños y mentiras, llegaban a los pueblos cercanos prometiendo trabajo domestico para jovencitas dando palabra a los padres que les enviarían dinero, sin embargo cuando lograban llevárselas su familia jamás volvía a saber de ellas, por otra parte el trabajo no era domestico sino que las obligaban a prostituirse, los relatos de las empleadas detalla las vejaciones, violaciones y maltrato que sufrían al trabajar en los burdeles. También se tejen historias entre las empleadas que dan un toque más interesante a la lectura y así el autor te lleva por esta crónica que de momentos te deja atónito por la crudeza de la historia.

Imagen de Internet.
La época de oro de los burdeles de las hermanas Baladro se ve opacada cuando el Gobernador Cabañas se le ocurre prohibir la prostitución en Plan de Abajo, clausurando dos de los negocios de las Baladro, funcionando sólo el de “México Lindo” y apoyadas por el capitán Bedoya. Con la muerte del hijo de Arcángela decide cerrar el último burdel que funcionaba y ocultarse en el casino “El Danzón”, el cual les había dado noches de gloria. Ahí a través de la casa adjunta lograron esconderse con todas las empleadas. En esta parte de la historia se da el clímax y las páginas del libro se pasan con mucha más rapidez. 

Ocultas en el casino “El Danzón” y sin ingresos se crea una tensión que las lleva a cometer sin empacho actos de abuso y desesperación. Arcángela amargada por la muerte de su hijo comienza a desquitarse con sus empleadas tratándolas como objetos sin valor humano, les prohíbe salir a la calle, de sus cuartos, se les reduce la comida, se les castiga y se les obliga a trabajos forzados. Arcángela compra un rancho en el que después de negarse la tercera hermana en participar en los negocios de los burdeles, Eulalia Baladro y su marido Teófilo Pinto al irse a cuidar ese rancho se involucran en los crímenes de las otras hermanas. En el rancho se les enviaba a las mujeres como castigo, se les trataba como animales, dos de las reclutadas al intentar escapar de esa esclavitud son asesinadas. Dos largos años aproximadamente resistieron ocultas en lo que se pasaba la mala racha, sin embargo durante este tiempo se llevo a cabo varios crímenes quedando ocultos en los patios de las casa y el rancho. 

Con la venganza de matar a Simón Corona, detienen a Serafina y se descubre todo lo que sucedía en esa casa, siendo motivo de un escándalo que se reflejo en periódicos locales, las victimas y cómplices al declarar dieron un sinfín de historias que el autor pudo ir capitulando y recreando en una fabulosa crónica que nos deja con un buen sabor de boca, ya que entre la realidad y la ficción nos hace reflexionar sobre la crudeza del ser humano cuando la ambición por el dinero domina, tolerada por la ignorancia y la miseria que da paso al tráfico de mujeres, situación que está vigente en nuestros tiempos.




miércoles, 9 de abril de 2014

Artículo Sobre libro La Paradoja del Amor de Pascal Bruckner

Amor libre

Por Ángeles Mastretta 

Fotografía tomada de Internet.
Baja la tarde contra las hojas del fresno apenas reverdecido. Ahí está abril, desafiado por el árbol inmenso y lleno de hojas tiernas que ocupa casi toda mi ventana.
Al fondo hay una jacaranda y junto a mi escritorio una araucaria en la que hace años tramé dos bugambilias que ahora lo agobian llenándolo de flores. Son la santísima trinidad viéndome dilucidar el prólogo de un libro que me ha regalado Bruno Estañol, un escritor que juega a ser médico con bastante acierto. Esto de las estrellas que me brotan en la cabeza lo ha visto siempre con reticencia. Tanto como epilepsia, no lo ha considerado nunca. Desde sus ojos, lo que soy es un manojo de nervios empeñado en simular serenidad. No lo voy a desengañar, menos cuando estamos conversando de lo mismo, con el mismo autor. 
Yo de Pascal Bruckner no había leído nunca nada, pero ahora que lo voy leyendo tengo la impresión de que no me deslumbra, sino me acompaña. Lo que dice en el prólogo de su libro, La paradoja del amor, resulta cercano a mis elucubraciones de muchas mañanas. Sólo que él cavila en orden y con acierto, yo desconcertada y en desorden. Pero estamos todos los mismos, en la misma. Tenemos sesenta y más. Cuando les platico a mis contemporáneos esto que leo, me oyen como quien dice: no me cuentes una obviedad. Sin embargo, me gusta seguir leyendo para custodiarme una cavilación recurrente que aparece en mitad de las noticias de guerra y pena, de pobreza y abismos, empeñadas en distraernos de algo que también es esencial. ¿Qué nos toca hacer ahora? ¿De qué podemos servir quienes pasamos por esta rara edad que antes era ya la vejez y hoy está, cierto, cerca de su umbral, pero no dentro de una disposición, ni siquiera de una salud o una apariencia de viejos? Necesitamos lentes para ver de cerca, pero anaranjados, lilas, verdes. Viajamos llevando pastilleros, pero en busca de unos que se vean como juguetes. Nos empeñamos en usar iPad y hacerle a los buzos diamantistas. Somos los hijos de la posguerra, las hojas de unos años que se creyeron la primavera. Como éstas que brillan en el fresno. Encuentro a Pascal Bruckner, un escritor y filósofo francés, de mi edad, inquietado por las mismas preguntas que se hacen conmigo tantos de quienes conocí y quiero, gracias a los días de gracia en que empezamos a imaginar el futuro. “Los años sesenta y setenta han dejado a quienes los han vivido el recuerdo de una inmensa generosidad mezclada de candor…”, dice. Y sí que había candor en nuestra búsqueda, más que nada en la certeza de que habíamos encontrado. “Un potencial ilimitado parecía a nuestro alcance: ninguna prohibición, ninguna enfermedad (lo mío no era enfermedad, ya lo dijo el doctor) reprimían los impulsos.

La prosperidad económica, la caída de los tabús ya bien carcomidos y la sensación de ser una generación predestinada, en un siglo abominable, suscitaron una gran cantidad de iniciativas. Vivíamos con la idea de una ruptura absoluta. De un día para otro la tierra oscilaba suspendida en un edén impensable. Las palabras ya no tenían el mismo sentido. Íbamos a poner siglos de distancia entre nuestros mayores y nosotros. No volveríamos a caer en sus viejas costumbres. La liberación sexual se convirtió en el medio más ordinario de lidiar con lo extraordinario. Se reinventaba la vida cada mañana, se viajaba de cama en cama mejor que por la superficie del globo”. Cierto, me digo, hasta la estupidez. ¿Qué hago yo aquí?, se preguntaba uno al despertar. “Nuestra libertad, ebria de sí misma, no conocía límites, el mundo era nuestro amigo y nos entregábamos bien a él”.
Sin duda. Todo el tiempo y desafiando cuanto fuera posible podíamos volvernos escritores, cantantes, ¡guerrilleros!, solteras de por vida, sinónimos de audacia, pintores, viajeros, herejes. “¿Qué rompió la euforia?”. Se pregunta Brukner. ¿La irrupción del sida, la crueldad del capitalismo, el retorno del orden moral? No. Todos los sabemos. “Simplemente pasó el tiempo. Sólo conocíamos una estación en la existencia, la juventud eterna”. Y: “La vida nos ha jugado una mala pasada, hemos envejecido”.
Exacto, eso decimos todos al vernos en el espejo de los otros.
 Pero no necesariamente en el nuestro. A mí, que me ha dado por hacer recuentos, por rememorar como una abuela, me apasiona el presente, y aquella certeza de que todo podía ser distinto sigue viniendo conmigo a la vida diaria. Mucho de lo que cambió en esos años se quedó vivo en las actitudes y en los deseos. Muchas de aquellas profecías de libertad están cumpliéndose. Hay cosas que nuestros hijos dan por dadas, creen que fueron así desde siempre. Las costumbres sexuales, el modo de hablar, de moverse, de vestirse y desvestirse, de elegir el destino —o eso creer—, vienen de entonces. Nació en aquellos tiempos, no sólo como una premisa, sino como un quehacer del día con día, el oxímoron perfecto: como el hielo abrasador y el fuego helado: el amor libre. Y nos costó pelearlo. En México quienes vivíamos en esta ebriedad éramos, más bien, raros. Convivían junto a nosotros las tradiciones, los noviazgos que terminaban en la puerta de la casa, las bodas de mis amigas idénticas a las de sus abuelas. 

La heterosexualidad, el aborto prohibido. La interrogante, ¿decepción?, de mi madre. ¿Qué habría hecho mal que yo le salí rara? Cuando le puse fin al desorden de cada día, anunciándole el redicho “vivir juntos”, le di el disgusto de su vida. Y reconocerlo es aceptar que envejecí para darme cuenta. Ella tejió en mis trenzas los listones de la infancia feliz, ¿qué más me hubiera dado casarme? Impensable, porque iba contra la ley del deseo como la voluntad primera. Había que decir no al amor bajo la férula de ninguna institución que no fuera la propia voluntad. Tampoco acudimos al trámite de un acuerdo civil. Lo que parecía efímero era susceptible de volverse eterno si se iniciaba como un juego de azar. Nos pedimos cosas difíciles y con suerte las hemos conseguido. Lo mismo que otros las consiguieron sin tanto ruido y unos, de entre los nuestros, las perdieron en medio de un estrépito que los lastimó de más, justo porque era impensable que lo previsto como perfecto no lo fuera.

Sin duda, pasó el tiempo, pero el amor libre no tiene para cuándo acabar. Enamorarse sigue siendo entrar a un territorio arcaico y mágico que no depende sólo de nuestra voluntad. Era difícil y noble entonces y ahora. La emancipación de las mujeres, el interés paternal en los primeros cuidados de los hijos, la flexibilidad de las costumbres, el respeto a las pasiones del otro, incluso la ironía con que hemos de mirar nuestros tropiezos, son conquistas y son responsabilidades. Esta ley sin firmas que nos puso a ser libres, que nos hizo ganar, al menos en teoría y como principio, la equidad de género, nos ha puesto también en el compromiso de convivir con la libertad de los hombres. Ya no es su obligación mantener solos una casa, ni ser los únicos responsables de la familia. Cuando pensamos en el otro decimos, jugando: mi cónyuge, no mi yugo. Y todo esto que parece venir de lejos es de apenas hace cuarenta años. Anillo de compromiso, vals de novios, marcha nupcial fueron cosas de nuestros abuelos y nuestros padres, no fueron nuestros y creímos que no serían de nuestros hijos. Pero cuando Catalina tenía siete años me preguntó si nosotros nos habíamos casado y yo, movida no sé por cuál urgencia de “normalidad”, le dije que sí. “¿Y por qué no hay fotos de su boda?”, preguntó ella que no se cansaba nunca de preguntar. “La verdad es que no nos casamos”, dije yo dándome por vencida. “¿Y por qué no se casaron?”. “Porque no se usaba”. “¿Y si no se usaba por qué todos mis tíos sí se casaron?”. Pregunta inevitable. Respuesta incomprensible. “Porque en el mundo en que nosotros vivíamos no se usaba”. Se quedó un ratito callada y luego dijo: “Pues yo sí voy a querer una boda, un vestido largo y una fiesta grande”. “Me parece perfecto, los tendrás”, prometí. Todavía no me pide que se lo cumpla. Pero será como ella quiera, porque el amor es ambivalente y cada quien tiene derecho a celebrar y honrarlo como mejor le parezca.

 Lo que en mi juventud significó ruptura ahora se suple con flexibilidad. Cada quien. Su hermano nunca preguntó nada. No es que no quisiera cantar lo mismo que nosotros. Es que le daba igual. Esto del no casarse como la única manera de ser independientes ya no es la norma. Quieren crear las suyas y a veces las crean recreando la ceremonia de nuestros padres. Quizás porque el mundo de sus padres les pareció desordenado, buscan otro orden. Está bien. El amor sigue siendo una aventura y aún tienen frente a sí el deber de vivirlo sin negarse a otros desafíos. La vida les ha dado más enigmas que a los profetas de mi generación, tan seguros de haber dado con la certeza opuesta al pasado, pero con la otra, única, verdad. Abrimos un camino que da a mil brechas, y ellos irán tomando algo de cada una. Les heredamos la certeza de que es posible elegir. Nos es mala herencia. Por eso los ha de cuidar la vida. Como a los jóvenes que fuimos y los viejos que no queremos ser. 

Ángeles Mastretta
Escritora. Autora de La emoción de las cosas, Maridos, Mal de amores, Mujeres de ojos grandes y Arráncame la vida, entre otros títulos.

Texto original tomado de nexos http://www.nexos.com.mx/?p=20076 

lunes, 24 de marzo de 2014

Vídeo Sobre La Construcción de la Hidroeléctica en Sierra Zongolica.

"Sierra de Zongolica, voces sobre el agua" 


Mtro. Gualberto Díaz González
Dr. Manuel Hernández Pérez


Avance del documental "Sierra de Zongolica, voces sobre el agua" que narra la situación alrededor de la construcción de una hidroeléctrica y los impactos en las comunidades nahuas de los municipios de Texhuacan, Mixtla de Altamirano y Zongolica en el estado de Veracruz. El derecho a la información, a la consulta, a la autodeterminación no han sido respetados, aún cuando el Estado mexicano ha firmado tratados internacionales que protegen los derechos de los pueblos indígenas.

El resultado del presente documental fue selecionado para participar en el IV Congreso Nacional de Ciencias Sociales, con la ponencia:
 
Si pudiera contarse todo con palabras…. Proyecto hidroeléctrico y acción colectiva en la Sierra de Zongolica a través de los medios audiovisuales. 

La Sierra de Zongolica, región centro del Estado de Veracruz, ha sido escenario histórico de movimientos sociales por los derechos de los pueblos indios, luchas por el poder municipal y recientemente por la defensa del territotio y los derechos humanos. En el año 2010 comenzó en la Sierra la construcción de una hidroeléctrica en los Municipios de Texhuacan, Mixtla de Altamirano y Zongolica, provocando con ello la fractura del tejido social, el despojo de tierras y la retención del agua para generar energía con fines privados. En el mundo de las imágenes los medios audiovisuales contribuyen a unas ciencias sociales críticas y creativas. El ojo sociológico también construye análisis para entender el complejo mundo social.

viernes, 21 de marzo de 2014

Artículo sobre la Muerte de Luis Donaldo Colosio



La inoportuna muerte de un candidato

Por Rodrigo Hernández López 
@lopezperiodista

Fotografía de Internet


Si no querían que fuera Presidente, ¿por qué tenían que matarlo?
-Porque Dios así lo quiso, mijita-
 ¿Qué Dios no quería que mi tío fuera Presidente?

Esas fueron las preguntas que pronunció Brenda Teresa Colosio Elizalde, en el templo de Santa María en Magdalena de Kino, Sonora, donde nació su tío, el candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio, quien murió asesinado la tarde de un miércoles 23 de marzo de un año que ya pasó.

Para el imaginario colectivo al autor material del crimen fue nada más y nada menos que el entonces Presidente, Carlos Salinas de Gortari.

Para otros fue su contrincante político en ese entonces, Manuel Camacho Solís quien hiciera un berrinche luego de que el “destape” no le favoreció. Hay quien afirma que fue un atentado por parte del crimen organizado.


Las investigaciones que emprendieron  los fiscales especialmente designados a la investigación: Miguel Montes (marzo de 1994), Olga Islas (julio de 1994), Pablo Chapa Bezanilla (diciembre 1994) y Luis Raúl González Pérez (agosto de 1996), quedaron registradas en el Informe de la investigación del homicidio del licenciado Luis Donaldo Colosio y consta de cuatro volúmenes; I.- El crimen y sus circunstancias; II.- El autor material; III.- Posibles cómplices y encubridores y IIII.- Entorno político y narcotráfico.

El informe consta de 68 mil fojas, 174 tomos y mil 993 declaraciones  dentro de las que destacan la de los ex presidentes Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo; el dueño del periódico El Universal; Juan Francisco Ealy Ortiz; el periodista Federico Arreola; el ex jefe de gobierno Marcelo Ebrard y su padre político, Manuel Camacho Solís.



El famoso discurso que Colosio pronunció el 6 de marzo de 1994 en el marco del aniversario del PRI, fue tomado como un rompimiento entre el candidato y el Presidente Salinas. De acuerdo con el testimonio escrito que hiciera Salinas de Gortari en el marco de las indagatorias de la investigación muestra que para el Presidente no hubo sentimiento de ruptura:

Sobre el discurso que pronunció, y del cual se han querido hacer infundadas interpretaciones, me permito comentar lo siguiente: la historia de las campañas presidenciales del PRI muestra que los candidatos van tomando su propio perfil, lo que se refleja en sus pronunciamientos públicos. Luis Donaldo Colosio y yo comentamos en diversas ocasiones sobre los cambios y las adecuaciones que requería la estrategia de desarrollo. Él se proponía llevarlos a cabo. Sobre la oportunidad de pronunciarse sobre ellos, ésta se va dando durante las propias campañas. Yo mismo le hice llegar a Luis Donaldo el comentario, a fines de enero de 1994, que le convendría distanciarse más del gobierno, a pesar de que él se sentía tan comprometido con las políticas de la administración. Se me hizo saber que en la campaña había quienes no compartían la sugerencia sobre esa distancia. El mismo candidato era renuente a hacerlo, en gran medida por sus enormes cualidades de convicción, lealtad, buena fe y firmeza. En todo caso, aquel discurso que se  ha señalado como significativo de una separación o un distanciamiento nuestro, me lo hizo llegar antes de pronunciarlo y yo de ninguna forma me opuse a que procediera como él lo tenía dispuesto.


Aunque de acuerdo con la declaración de quien fuera el cronista de la campaña para el periódico La Jornada, José Ureña, sobre lo sucedido antes de que Colosio pronunciara el discurso en el Monumento a la Revolución, el candidato dejó ver que había una ruptura.

De acuerdo con el testimonio de Ureña, declaró que existía el rumor de que el Presidente Salinas asistiría al evento y le preguntó sobre ello a Colosio, a lo que Luis Donaldo contestó que “no, él ya no va a ir a ningún acto del partido” y que tras decirlo se mostró un sentimiento de tristeza en el rostro del candidato.

Ureña también afirmó que el periodista Miguel Reyes Raza le cuestionó “¿oiga, nada más  usted vio su discurso?” y él respondió que sí, que lo había terminado la noche del 5 de marzo.

Incluso Don Julio Scherer relató en su libro Estos años:
 ¿Conoció el presidente tu discurso antes de que lo pronunciaras?
-Espero que me comprenda-
¿Conoció tu discurso?
-No-


Incluso el hoy senador del PRI, Emilio Gamboa Patrón, declaró que el propio Colosio dijo en una ocasión “¿Qué le hecho yo al señor Presidente?”, en referencia al apoyo que le daban a Manuel Camacho Solís quien fue designado el comisionado para encontrar la paz entre el gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

En 1997 el chileno Luis Eduardo Silva de Balboa, dio a conocer que presenció una reunión que se efectuó el 1 de marzo de 1994, en una casa en Las Lomas, donde estuvieron entre otros, José María Córdoba Montoya, Jefe de la Oficina de la Presidencia; el profesor Carlos Hank González; Raúl Salinas de Gortari y el empresario Claudio X. González.

De acuerdo con el empresario Silva de Balboa la reunión fue ríspida, de reclamos. Oyó decir “mira lo que está ocurriendo y lo que puede ocurrir si esto sigue”. Y que al jefe de la oficina de la Presidencia le dijeron “ahí tienes a tu gallo”, a lo que Córdoba respondió “no es mi gallo, es el candidato del partido”.

Y que además escuchó decir “ese hijo de la chingada, malparido, cabrón”, y que los reclamos iban entorno a la persona de Córdoba “tú nos metiste en esto, no vengas ahora a justificarte, no eludas tu responsabilidad”. En ese momento José María contestó “esto es algo que se puede arreglar”.

Luis Eduardo comentó que esa reunión había sido el momento más desagradable que le había tocado vivir en mucho tiempo y que oyó algo que no podría olvidar, que dijo Córdoba, “espero que cada uno de los presentes en esa reunión tenga un motivo para justificarse, llegado el momento”.

Silva de Balboa abandonó el país por sugerencia de Córdoba al día siguiente del cónclave en Las Lomas, quien le proporcionó un pasaporte falso para dejar México y un boleto de avión a Miami. Al llegar a territorio norteamericano, destruyó el pasaporte falso y utilizó su pasaporte real. El  3 de marzo, Silva ingresó a Santiago de Chile y quedó registró en el pasaporte 135.320 expedido por el consulado chileno en Houston.

Tras tres años de la muerte de Colosio, el empresario chileno informó que la misma noche del 1 de marzo, se comunicó con el candidato a su celular y le dijo que se iba del país por sugerencia de Córdoba pero que quería hablar con él.

Colosio le respondió “no, ya es muy tarde”. Silva dijo que no pudo olvidar esa frase y que de acuerdo con su interpretación, Colosio le dijo “si Córdoba te dijo que salieras de inmediato, ya no hay tiempo de que hablemos”, pero también pensó que le pudo decir “si vas a advertirme algo, ya lo sé. Ya es muy tarde, la suerte está echada”.

Este sábado 23 de marzo del 2013, se cumplen 19 años del asesinato de Luis Donaldo, y a pesar de que rondan en el aire las teorías de una conspiración de Estado, del gremio empresarial o del mismo narcotráfico, lo cierto es que la única persona que se encuentra en la cárcel es Mario Aburto Martínez, quien de acuerdo con las investigaciones oficiales, fue el que disparó dos veces al cuerpo del candidato, convirtiéndose en el único autor intelectual del crimen.

Octavio Paz escribió “hoy lucho a solas con una palabra. La que me pertenece, a la que pertenezco: ¿cara o cruz, águila o sol? Comienzo y recomienzo. Y no avanzo. Cuando llego a las letras fatales”. Hoy, mañana y siempre nos seguiremos preguntando:

¿Quién mató a Colosio?





Tomado del blog: http://honornacional.blogspot.mx/2013/03/la-inoportuna-muerte-de-un-candidato.html